El aluminio es un material insustituible en el presente. Entre sus propiedades, destacan la optimización, personalización y versatilidad en la fabricación según su uso específico, de modo que son numerosas las ventajas que ofrece frente a las estructuras tradicionales y a los perfiles estándar y normalizados del acero. Los productos primarios que se obtienen a partir de los diferentes procesos se adaptan a la utilización que se hace en los más variados sectores de aplicación, como automoción, transporte, edificación y construcción civil, energías renovables, intercambio de calor, electrónica o aviación.
Asimismo, me gustaría destacar la excelente relación peso/resistencia de los perfiles, el bajo mantenimiento derivado de las óptimas propiedades anticorrosivas del aluminio y la infinita reciclabilidad, que permite fabricar una y otra vez los mismos productos con idénticas prestaciones. También tiene una gran adaptabilidad a todo tipo de terrenos y circunstancias climatológicas, todo lo cual, lo hace idóneo para cualquier tipo de construcciones; desde las más sencillas (mostradores, expositores, stands prefabricados, quioscos, carpas, construcciones ligeras), a otras más sofisticadas o que, aunque sean temporales, tengan una mayor vocación de durabilidad (almacenes u hospitales de campaña).
Impacto medioambiental
Según los datos más recientes de la Asociación Europea del Aluminio (EA), la huella de carbono de la producción de aluminio primario en Europa es de unos 7 kg CO2e por kg de aluminio producido, en comparación con un promedio mundial de 18 kg CO2e por kg de aluminio. En el caso de China, el promedio es de 20 kg CO2e por kg. Entre los avances desarrollados en el proceso de producción primaria del aluminio, destacan el uso de energía renovable y la mejora continua de los métodos de producción, que permitirá que el sector en Europa alcance el objetivo de tener una huella de carbono neutra en los próximos años.
En Europa dicha huella de carbono disminuyó un 21% en comparación con 2010, y un 55% en comparación con 1990. En lo referente a los procesos de semi fabricación, la huella para la laminación de aluminio disminuyó en Europa en un 25% desde 2010, y la del proceso de extrusión lo hizo en un 11%. Desde ese mismo año, la huella de carbono del proceso de reciclaje de chatarra (fusión) se ha visto reducida en un 9%.
La AEA registró en 2018 la Declaración Ambiental de Producto (DAP/EPB) de los perfiles extruidos fabricados en España, algo que abre un camino marcado por la transparencia y el compromiso con la sostenibilidad. Esta DAP ha sido renovada en 2020 para incluir las nuevas exigencias de la norma EN 15804:2012+A2:2019 “Declaraciones ambientales de producto. Reglas de categoría de producto básicas para productos de construcción”. Próximamente publicaremos también la DAP de ventanas de aluminio de acuerdo con la, recientemente publicada, norma EN 17213:2020 “Ventanas y puertas. Declaraciones ambientales de productos. Reglas de categorías de producto para ventanas y puertas peatonales”.
Aluminio y reciclaje
En un momento crucial e inaplazable para la conservación del medio ambiente, quiero romper una lanza a favor del aluminio, destacando la propiedad que tiene de ser un material infinitamente reciclable; puede reciclarse sin límite sin que pierda sus propiedades y su calidad. Podemos fabricar una y otra vez los mismos productos, y la energía embebida en él es un claro ejemplo de la Ley de la Conservación de la Energía.
El aluminio actúa como un gran almacén, como un auténtico banco de energía, ya que casi toda la que se emplea para fabricar el aluminio a partir de la bauxita no se desperdiciará, sino que quedará “retenida” en los productos, y facilitará que pueda volverse a usar ese aluminio aplicando en su reciclaje solo un 5% de la energía que se empleó la primera vez para fabricar los mismos productos.
Los productos de aluminio que estamos fabricando ahora permitirán que el aluminio como material esté disponible para su uso cuando los productos actuales alcancen el final de su vida útil.
Además, el aluminio no se deteriora con el reciclaje y el 75% por ciento de todo el que se ha producido en el mundo a lo largo de la historia sigue actualmente en fase de uso. Entre algunos hitos de la industria, me gustaría destacar el ahorro potencial de energía que pueden alcanzar los edificios con fachadas inteligentes que incorporan sistemas de aluminio, el cual puede llegar a ser del 50%. El stock de aluminio presente en las distintas aplicaciones, cada vez más longevas, estará ahí para su uso por las generaciones futuras. En el sector de la edificación, nos encontramos en una etapa de “minería urbana” que ya está en marcha. El objetivo para 2020 es cubrir el 30% de la demanda mundial de aluminio con metal reciclado. En definitiva, el aluminio es siempre la respuesta.
FUENTE:
www.gbce.es