Así como la Torre Eiffel es el icono de París, el Atomium es emblema de Bruselas (Bélgica), la capital de la Unión Europea.
Ambas estructuras arquitectónicas coinciden además en que fueron construidas con motivo de las exposiciones universales celebradas en dichas ciudades, en 1889 y 1958, respectivamente. En los dos casos se planeaba desmantelarlas una vez concluidos los feriales, pero resultaron ser de gran atracción para pobladores y turistas, por lo cual se conservaron. El Atomium surgió de la mente del ingeniero belga André Waterkeyn, quien fue invitado a diseñar y construir una estructura para la Exposición Universal de 1958 que simbolizara estéticamente el desarrollo tecnológico de Bélgica.
A Waterkeyn se le ocurrió representar la era atómica, una nueva etapa histórica en la cual la potencialmente destructiva energía nuclear debía usarse con fines pacíficos para el progreso y bienestar humano. La imagen que eligió fue la configuración atómica de un cristal de hierro ampliado 165 mil millones de veces y el nombre que le dio fue una palabra mundialmente reconocible: Atomium.
Acerca de su idea, el propio Waterkeyn consideraba lo siguiente:
“El Atomium es el símbolo de nuestra época, en la que los científicos han profundizado nuestros conocimientos sobre la materia. Ellos han demostrado que se trata de una energía concentrada, utilizable, si así lo desean los hombres para mayor bien de la civilización y provocar en los jóvenes vocaciones técnicas o científicas. Si esto se realiza, el esfuerzo no habrá sido en vano”.
Desafíos en el camino
Con la colaboración de los arquitectos André y Jean Polak, Waterkeyn enfrentó varios desafíos para llevar a cabo su proyecto. Uno fue la resistencia de la estructura al viento, para lo cual fue necesario crear un modelo a escala a fin de efectuar las pruebas correspondientes.
Otro problema fue el complicado montaje de las partes del gigante de acero y aluminio: tres torres que, además de darle soporte, debían permitir el ingreso, ascenso y descenso del público visitante; nueve enormes esferas que representaran los átomos e hicieran las veces de espacios para distintos usos, y los tubos que comunicarían dichas esferas. No menos difícil fue revestir el acero con aluminio reflectal e instalar la iluminación nocturna que semeja el movimiento de los electrones dentro del átomo.
Finalmente, todos los retos se superaron exitosamente. El Atomium se inauguró el 17 de abril de 1958, sobrepasando las expectativas de sus artífices y perdurando hasta hoy día como una concurrida atracción turística que constituye el emblema de Bruselas. La estructura es icónica a tal grado que existen réplicas autorizadas de diferentes tamaños y materiales, con diversos propósitos, en distintas partes del mundo.
FUENTE:
www.muyinteresante.com.mx